La avaricia de nuestros políticos es insaciable y su falta de interés en acabar con la corrupción es mucho más que evidente ya que nace de la propia sociedad, de nuestro propio pasotismo o, en muchas ocasiones, ignorancia. Está claro que el sistema no funciona bien ya que seguimos a un partido como si fuera un equipo de fútbol, con un electorado fiel y sectario, incapaz de castigar a sus adoradas siglas. Ello es lo que conduce a la relajación de la moral pública y la minimización del impacto electoral de las malas conductas. Tenemos los gobernantes que merecemos y, en definitiva, solo son reflejo de nuestra propia sociedad.
Os invito a que echéis un vistazo a este mapa que el movimiento #nolesvotes ha creado y luego reflexionéis. Aunque la reflexión sin acción muchas veces no sirve de nada…
Quien hace, puede equivocarse. Quien no hace, ya está equivocándose…